lunes, 16 de junio de 2008

Poco olfato en Ciudad de México

Los habitantes de la Ciudad de México no sólo se tienen que preocupar de los problemas respiratorios y pulmonares provocados por los altos niveles de contaminación; ahora, deben saber que su capacidad olfativa está disminuyendo.

Y es que, de acuerdo con un estudio realizado por la doctora Robyn Hudson y el estudiante Marco Guarneros, del Instituto de Investigaciones Biomédicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), la contaminación en la ciudad más grande del mundo está provocando una disminución en la capacidad olfativa de las personas.

Hudson explicó a BBC Mundo que en la investigación se comparó la capacidad olfativa de una muestra de personas de la Ciudad de México y de Tlaxcala, una localidad cercana y con las mismas características ambientales y de altitud.

Los resultados fueron reveladores.

Los 20 millones de capitalinos tienen una menor capacidad para distinguir e identificar olores como la naranja, el café o la leche por los altos niveles de contaminación.

Mario Molina, Premio Nobel de Química 1995, considera que la contaminación del aire en la Ciudad de México "es un problema de salud pública que hay que tomar en serio".

Los efectos más notorios son mortalidad temprana, particularmente en personas con problemas cardiovasculares; problemas respiratorios, asma crónico y mayor ansiedad.

Sin embargo, a Mario Molina le preocupa un último estudio que reveló que los niños de la Ciudad de México no desarrollan por completo su capacidad pulmonar.

"Tenemos niveles de ozono por arriba de la norma dos terceras partes del año, unos 244 días", comenta Molina.

Menos olores

Se podría pensar que el olfato tiene poca importancia, pero la doctora Robyn Hudson explica que un trabajo fundamental de este sentido es detectar si los alimentos están echados a perder o no.

Y ahí, los capitalinos no pasaron la prueba.


La doctora Robyn Hudson describió el experimento a BBC Mundo.

En la investigación, se utilizó dimetil disulfuro, una sustancia que está asociada a la putrefacción de alimentos.

En esa prueba, los capitalinos necesitaron concentraciones nueve veces mayores que los habitantes de Tlaxcala para detectarlo.

En el aparato olfativo hay células receptoras y de soporte, y con la contaminación las receptoras disminuyen y las de soporte aumentan, lo cual provoca que las personas requieran de olores más concentrados para detectarlos.

El siguiente paso de la investigación de Robyn Hudson y Marco Guarneros será buscar evidencia anatómica de los daños a las células olfativas, ver si son reversibles y hasta qué nivel.

La doctora Hudson espera que en dos o tres meses se tengan listos los resultados de este nuevo estudio.

Menos contaminación

Aunque la Ciudad de México ya no es la más contaminada del mundo, falta mucho por hacer.

EL DF EN NUMEROS

20 millones de habitantes
5.5 millones de vehículos
35.000 industrias

Por esa razón, Mario Molina inició en el 2004 un centro en el que conviven investigadores mexicanos, europeos y estadounidenses, dedicados a hacer mediciones muy precisas sobre la calidad del aire y a proponer las acciones necesarias para disminuir la contaminación.

"El problema más grave se vivió en los años 90, cuando la ciudad estaba extremadamente contaminada y sí era un riesgo para la salud enorme", comentó Molina.

A finales de la década del 90, inició una tendencia en la que disminuyeron las concentraciones de los contaminantes, a pesar de que la flota vehicular sigue aumentando a un nivel de aproximadamente 250.000 vehículos al año.

El doctor Molina enumeró cuatro medidas que han sido fundamentales para la disminución de la contaminación.

1. Renovación de la flota vehicular, a través de un sistema de inspección y mantenimiento a la cual todos los vehículos deben ir dos veces al año.


Tenemos la expectativa de que podemos dar un paso importante en los próximos años para que se acelere la mejora en la calidad del aire de la ciudad de México

Mario Molina, Premio Nobel de Química 1995


2. Normas y leyes más rigurosas para los vehículos nuevos, siguiendo los lineamientos de los países europeos y de Estados Unidos.

3.Mejores combustibles, particularmente diesel y gasolina, los cuales ahora son importados por la poca capacidad de producción que hay en México.

4. Transporte público más eficiente para disminuir congestionamientos. Se tiene que tener un sistema de primera para que la gente utilice menos sus vehículos.

Mario Molina es optimista.

"Existe buena voluntad del gobierno y tenemos la expectativa de que podemos dar un paso importante en los próximos años para que se acelere la mejora en la calidad del aire de la Ciudad de México", dijo.

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