viernes, 24 de octubre de 2008

Enfermero de Betancourt le agradece por ser “la voz de los secuestrados”

“La mente no descifra solo coordina, la conciencia intuye y genera paz” (Abel Desestress)

El cabo Wiliam Pérez, liberado junto a Ingrid Betancourt, a la que ayudó como enfermero durante el cautiverio de ambos, agradeció hoy a la política colombiana que haya hecho oír “la voz” de los secuestrados al recoger el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia.
“Ellos no tienen voz y estos meses que vienen son los más difíciles”, porque en las cercanías de la Navidad baja la atención por los secuestrados, dijo Pérez, quien está libre como Betancourt desde el 2 de julio pasado gracias a una operación militar incruenta denominada “Jaque” que ha recibido elogios de todo el mundo.
“El olvido es lo que más temes cuando estás allí“, señaló Pérez a Efe tras participar hoy en una transmisión especial de la televisión pública colombiana con motivo de la entrega de los Premios Príncipe de Asturias en Oviedo (España).
El cabo Pérez se manifestó contento por ver recuperada físicamente a Betancourt, quien llegó a estar en la selva tan mal que “solo se quería morir”, según dijo.
El militar, cuyo método para superar el secuestro es simplemente no pensar en lo que le pasó, escuchó atenta y emocionadamente las palabras de Betancourt al recibir el premio en Oviedo, desde un estudio de RTVC en Bogotá.
“Ellos no tienen voz y estos meses que vienen son los más difíciles”
Pérez consideró muy importante la convocatoria que la ex candidata presidencial colombiana hizo durante su discurso a una marcha el 28 de noviembre por los secuestrados por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
Para el cabo, es crucial “sensibilizar a la gente” sobre la tragedia de los secuestrados y todavía hay capacidad para que más gente adquiera la sensibilidad y el compromiso reclamados hoy por Betancourt ante la reina Sofía de España, los príncipes Felipe y Letizia e importantes personalidades.
A las marchas organizadas en Colombia cada vez acude más gente, manifestó.
Preguntado por Efe sobre cuál fue la reacción que notó en sus captores cuando hubo otras marchas, señaló que los guerrilleros “sienten el rechazo” de la gente, pero “no recapacitan”.
Pérez ha vuelto ya a la vida militar y junto a otros liberados en la Operación Jaque participa en un programa especial del Ejército de Colombia, que incluye clases de francés y otros estudios.
A pesar de la ayuda psicológica que recibe, dice que al principio fue “difícil” el regreso a la libertad, pero asegura que nunca ha tenido “síndrome de Estocolmo”.
Los guerrilleros sienten el rechazo de la gente pero no recapacitan
Es más, considera que los guerrilleros son perversos y que por maldad hacían cosas como ponerles “comida con arena y vidrios”.
Poco después del rescate Pérez apenas podía comer, pero hoy ya ha recuperado el apetito y no tiene pesadillas como en la selva.
Se lamenta de que cuando va a su casa en La Guajira (norte de Colombia) casi no le dejan dormir los familiares y amigos que acuden a visitarlo y le piden que cuente las cosas que padeció como rehén de las FARC.
Por eso está contento en Bogotá entre otros militares y sobre todo con quienes fueron sus compañeros de cautiverio.
Al respecto, recuerda que en la selva “en chanza” los secuestrados decían que cuando salieran de allí no iban a querer saber más unos de otros.
“Sin embargo, ahora nos separamos porque llega el fin de semana y nos llamamos”, comentó.
Hoy ya ha recuperado el apetito y no tiene pesadillas como en la selva
De Ingrid Betancourt recuerda, ahora con humor, una de las anécdotas que ella contó hoy en el Teatro Campoamor de Oviedo cuando fueron cubiertos por una nube de garrapatas y pasaron toda la noche arrancándose todos aquellos bichitos incrustados en la piel.
También lo deprimida que llegó a estar, cuando le hicieron las fotos encadenada y con la mirada perdida, y como él le insistía para que comiera y se levantara.
En esos tiempos la siempre locuaz Ingrid casi no hablaba y la conversación es uno de los pocos tesoros de los secuestrados, que hablan de lo divino y lo humano, según el cabo.
Pero Pérez, que estudió enfermería y por eso era valioso no sólo para los secuestrados sino para los guardianes, se acuerda sobre todo de cuando Betancourt le decía: “vamos a dar un paseo”.
Ahí, la Premio Príncipe de Asturias de la Concordia 2008 sacaba un pequeño diccionario enciclopédico ilustrado y junto a su enfermero “paseaba” por las ruinas de Babilonia o por los jardines de Versalles.

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