lunes, 18 de agosto de 2008

Un «egoísta» y un «adúltero» se confiesan para presidir Estados Unidos


“El extremo del idealista es la idiotez” (Abel Desestress)

Barack Obama cree que su mayor «fallo moral» —eufemismo electoral de pecado— es que de joven fue «un egoísta que sólo pensaba en mí mismo, no me centraba en los demás», y por eso se fumó algún porro y hasta esnifó cocaína hasta ver la luz que le llevaría a competir por la presidencia de Estados Unidos. Así se confesó el candidato en la macroiglesia californiana de Saddleback, entrevistado por el pastor Rick Warren ante una audiencia evangélica que más o menos corresponde al 26% del electorado.
¿Y John McCain? Éste señaló como su mayor falta las infidelidades que le llevaron a divorciarse de su primera esposa, la ex modelo Carol Shepp. Se casaron en 1965. En 1967, el avión de McCain fue abatido en combate y él permaneció en Vietnam durante cinco atroces años de cautiverio y tortura. Volvió a casa muy deteriorado física y emocionalmente, para descubrir que en su ausencia su esposa había tenido un gravísimo accidente de coche del que salió ella misma con muletas, diez centímetros más bajita y bastante más gorda. McCain empezó a verse con otras mujeres y acabó abandonando a Carol por su actual esposa Cindy, que era más joven, más guapa y además una rica heredera.
McCain ya fue perdonado
El ala dura de los votantes republicanos nunca ha perdonado a McCain este episodio, que sin embargo su exmujer sí le perdona: el marido infiel fue muy generoso con los términos económicos del divorcio y nunca ha dejado de flagelarse por lo que hizo. Carol se considera ahora su amiga, le apoya electoralmente y una vez que recibió una llamada de un adversario de él intentando hurgar en la herida, le despachó al grito de: «Un caballero no me llamaría para esto».
Cuestiones como ésta han centrado las últimas horas de la campaña estadounidense. Ambos candidatos trataron de aprovechar la velada en el confesionario de Saddleback para repintar algunos de los aspectos más confusos de su perfil. Por ejemplo Obama matizó su defensa del aborto con la promesa de trabajar para que se aborte mucho menos. McCain fue mucho más categórico al fijar el inicio de la vida en el mismo momento de la concepción y en alejar el fantasma de nuevos impuestos para nadie que gane menos de 5 millones de dólares al año.
Para Obama esto era también una oportunidad única de cambiar de tema al término de una semana que no le ha sido propicia. El conflicto de Georgia ha beneficiado a su rival, cuestionando cierta imagen de buenismo internacional del candidato demócrata. Por si acaso «The New York Times» contraatacaba ayer equiparando el discurso de McCain sobre Rusia en Georgia con el que hizo poco después del 11-S, cuando se mostró a favor de entrar en guerra preventiva contra Irak antes incluso de que la Casa Blanca lo planteara formalmente.
Obama no despega
Aunque Obama sigue siendo el favorito para muchos, también en términos financieros —este mes ha recaudado el doble que McCain—, también es cierto que no acaba de despegar ni de tomar las distancias triunfales esperadas. En este contexto ha generado dudas, y cierta polémica, el anuncio de que Hillary Rodham Clinton tendrá un papel estelar en la inminente convención demócrata, con sus votos reconocidos y sus apoyos contabilizados. Ella lo ha pedido, dicen, para calmar a los suyos con una catarsis y favorecer la unidad.
Por supuesto sus enemigos no se fían ni un pelo: nadie se atreve a acusarla de buscar un vuelco de última hora de los superdelegados que apoyan a Obama, pero sí hay quien teme que busque una exhibición de fuerza, con miras a ser la candidata en 2012 si Obama pierde en 2008. Más cuando ya nadie cree que Obama elija a Hillary como su candidata a vicepresidenta. Precisamente el anuncio del elegido podría ser la mejor arma informativa de Obama para distraer la atención de Hillary y evitar que ella le haga sombra en la convención

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