Soy admirador de la belleza
que Dios regó por la tierra.
Soy admirador de la mujer,
dama de belleza plena, interna y externa
Mujer niña, mujer joven, madura o anciana,
simplemente mujer.
Y pudiera con mis limitantes
señalar en cada una de ellas,
el esplendor que Dios depositó
en la abuela o la doncella.
Porque en cada una, grande o pequeña
encuentro el brillar de las estrellas.
Mujer niña soñando ser mujer,
aprieta su muñeca y la acuna desmedida,
la alimenta, la baña y en su inocencia
le da vida sin saber, que ser madre
es preñarse de dolores, desilusiones y fatigas.
Mujer joven, constructora
de castillos en el aire, soñadora,
con un príncipe azul en la repisa de su vida,
esperándole.
Y ella complacida le hace versos de amor
donde le entrega su vida.
Mujer madura, que se entrega
cual fruta prohibida porque aquel
al cual ama y quien dice que le ama
se encuentra hambriento de lujuria.
Y lo hace con placer, lo da todo
y no se queda con nada.
Para darse cuenta pronto
que la ofrenda ha caído en saco roto.
Y ya anciana, cual niña, solo espera
lo que le quieran ofrecer.
Y se conforma con eso, con una caricia,
con una sonrisa, con una palabra,
con una visita que mitigue
su devastadora soledad.
Pero en cada etapa yo sigo viendo belleza,
y le escribiré prosas, y canciones y versos
y ensayos, odas y sonetos.
Pero escúchenme bien,
cuando se trata de amar,
soy hombre de una sola mujer
y aunque hoy no tiene nombre,
Cuando la encuentre, le entregaré mis letras
y con ellas, todo mi ser.
(Anonimo)
que Dios regó por la tierra.
Soy admirador de la mujer,
dama de belleza plena, interna y externa
Mujer niña, mujer joven, madura o anciana,
simplemente mujer.
Y pudiera con mis limitantes
señalar en cada una de ellas,
el esplendor que Dios depositó
en la abuela o la doncella.
Porque en cada una, grande o pequeña
encuentro el brillar de las estrellas.
Mujer niña soñando ser mujer,
aprieta su muñeca y la acuna desmedida,
la alimenta, la baña y en su inocencia
le da vida sin saber, que ser madre
es preñarse de dolores, desilusiones y fatigas.
Mujer joven, constructora
de castillos en el aire, soñadora,
con un príncipe azul en la repisa de su vida,
esperándole.
Y ella complacida le hace versos de amor
donde le entrega su vida.
Mujer madura, que se entrega
cual fruta prohibida porque aquel
al cual ama y quien dice que le ama
se encuentra hambriento de lujuria.
Y lo hace con placer, lo da todo
y no se queda con nada.
Para darse cuenta pronto
que la ofrenda ha caído en saco roto.
Y ya anciana, cual niña, solo espera
lo que le quieran ofrecer.
Y se conforma con eso, con una caricia,
con una sonrisa, con una palabra,
con una visita que mitigue
su devastadora soledad.
Pero en cada etapa yo sigo viendo belleza,
y le escribiré prosas, y canciones y versos
y ensayos, odas y sonetos.
Pero escúchenme bien,
cuando se trata de amar,
soy hombre de una sola mujer
y aunque hoy no tiene nombre,
Cuando la encuentre, le entregaré mis letras
y con ellas, todo mi ser.
(Anonimo)
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